Desde el mismo momento en el que el género humano aprendió a
comunicarse, las personas desearon conocer las actividades de sus semejantes.
Ya en la antigüedad Aristóteles definió al ser humano como ser social por
naturaleza, lo que supone que debe satisfacer esta inclinación natural
necesaria para estar vinculado a su entorno. De esta necesidad humana surge la
difusión de noticias, difusión que en un principio fue oral, de persona a
persona, a través de la palabra; posteriormente pudo plasmarse en forma escrita
y en la actualidad se presenta de forma oral, escrita y audiovisual gracias a
los medios de comunicación.
Centrándonos en la prensa, hay
que buscar los antecedentes en unos boletines de noticias que existieron en el
Imperio Romano, y se denominaban “acta diurna” y “acta pública”.
Estos boletines cincelados en tablillas se fijaban en las paredes de lugares
públicos y constituyeron un importante vehículo de expresión para el gobierno.
Sin embargo, para que la comunicación escrita de carácter masivo alcanzara un
cierto desarrollo, hubo que esperar hasta el Renacimiento, época en que se
produjeron notables innovaciones técnicas y científicas.
En realidad, ya desde el siglo
III a.C. imprimían libros en China por un procedimiento denominado xilografía,
consistente en el empleo de unas planchas de madera en las que se grababan en
relieve las palabras, y que se entintaban y se ponían sobre el papel. Un
procedimiento parecido comenzó a utilizarse en Europa a finales del siglo XIV.
Como una evolución de esta
técnica a mediados del siglo XV surgió la imprenta (por Gutenberg). El empleo
de la imprenta se extendió con rapidez y provocó una mayor y más rápida
difusión de la cultura, que antes estaba reservada a una minoría privilegiada.
Comienzos de la
periodicidad
Los periódicos propiamente
dichos han tenido distintos nombres. A finales del siglo XVI comienzan a
aparecer publicaciones con periodicidad regular más o menos semanal o mensual.
Esta periodicidad se regulariza gracias al correo; se llamaban “gacetas” por que
la moneda con la que se pagaba se llamaba así; y contienen diversas noticias,
casi todas extranjeras. La estructura de estas publicaciones está organizada
por países, por ciudad y lleva la fecha. En 1597 ya hay Gacetas en las
principales ciudades europeas y a comienzos del siglo XVIII había publicaciones
semanales, sobre todo en Holanda, donde surge el negocio de los impresores. En
1616, apenas iniciada la prensa en Inglaterra, Ben Johnson publicó una sátira
contra los pioneros de la información.
En 1605 surge en Amberes el
periódico “Noticias Recientes” que contó incluso con una edición en francés. En
España en 1641 se empezó a editar la “Gaceta Semanal”, y en Madrid en 1660
comenzó a publicarse “La Gaceta de Madrid”, que se convirtió en el boletín oficial
del Estado.
Ahora bien, la generalización
de los diarios no se manifestó hasta finales del siglo XVIII, cuando la
creciente demanda informativa provoca la periodicidad diaria. Entonces aparece
el Diario de Barcelona, fundado en 1792 y que está considerado como el primer
diario de España y de Europa. En esta primera época el periódico apunta ya los
rasgos característicos de los actuales y comienza a ejercer una influencia
notoria sobre la opinión pública, por lo que es frecuentemente utilizado por
los políticos y pensadores para comunicar sus ideas.
Así mismo, las técnicas
rudimentarias del periodismo se van beneficiando de los sucesivos avances
científicos, contribuyendo a la difusión en general de la prensa.
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